Autora invitada: LAURA M.E
Contar cuentos es una tradición oral que ha existido desde la antigüedad con el propósito de enseñar a través de la amenaza y el miedo; cuentos que, la mayoría de las veces, tenían un desenlace bastante atroz y que, al contrario de lo que se suele pensar, no eran precisamente infantiles.
Perrault es el primer autor conocido en el marco centroeuropeo que empezó a poner por escrito estas historias a finales del siglo XVII. Su intención era recoger los cuentos que circulaban en Francia y Alemania y adaptarlos a un público infantil sin tener que modificar demasiado su contenido y manteniendo el toque macabro.
Más tarde, en el siglo XIX, los hermanos Grimm reescribieron esos mismos cuentos pero de un modo tan políticamente correcto e infantil que eliminaron gran parte de ese trasfondo cruel y muchas de las enseñanzas que aportaban.
En casi todos los cuentos podemos ver algunos elementos que varían de unos autores a otros. Los símbolos, los personajes, los finales y la forma en que tienen lugar los acontecimientos se representan de distinta forma. La versión que casi todos conocemos es la de Disney, que con sus películas ha dado a conocer la versión más pulida y benevolente de todas.
A lo largo de varias entregas, veremos algunos ejemplos de cómo han ido evolucionando las distintas versiones y conoceremos el auténtico final de algunos de los cuentos más famosos, espero no desilusionar a nadie.
La Bella Durmiente es, en mi opinión, uno de los cuentos más desconocidos, incluso dentro de la colección de películas Disney.
Al principio del cuento, Perrault menciona 7 hadas que asisten al nacimiento de la niña para otorgarle una serie de cualidades, pero los Grimm hablan de 13 para dar a este número una connotación supersticiosa. Tanto el 7 como el 13 son números históricamente simbólicos, así como el 15, edad en que la niña caerá en un profundo sueño.
La versión de los hermanos Grimm es más simple ya que va dirigido a un público infantil. En cambio, Perrault añade más detalles y comentarios haciendo su versión de los hechos narrados mucho más completa y, posiblemente, más fiel a la versión original. Este habla de siete hadas buenas que acuden al convite de la princesa, pero olvidan invitar a la octava (que era un hada malvada) y se toma muy mal este desaire, de modo que lanza un terrible maleficio: a los 15 años se pinchará con un huso de una rueca y caerá muerta. Todos los presentes se asustan mucho, hasta que otra hada suaviza la situación deseando que la princesa, en vez de morir, duerma un siglo. Las otras seis hadas le otorgan cualidades como la virtud, la belleza o la riqueza, pero Perrault no añade la inteligencia como sí lo hacen, un siglo más tarde, los hermanos Grimm. Al parecer el autor francés da por hecho que ser princesa, guapa y rica es más que suficiente. Lo cierto es que las circunstancias le dan la razón porque cuando cumple 15 años, y a pesar de todas las advertencias de sus padres y las precauciones tomadas (habían retirado todos las máquinas de hilar del castillo), la princesa va a un cuarto secreto donde está hilando una mujer, se acerca y se pincha el dedo con el huso cumpliéndose así la fatídica sentencia.
Y aquí empieza la segunda parte del cuento. Tal y como cuenta la versión de Disney y como casi todo el mundo piensa, tras pincharse en el dedo, la princesa queda tendida en su lecho hasta que aparece el príncipe azul, que se ha enterado de la historia de la princesa, entra en sus aposentos y le da un beso que la despierta... Pero la historia en realidad no es así.
Como nos cuenta Perrault, la princesa no se despierta por el beso sino porque han pasando los cien años y se ha roto la maldición. Por eso este príncipe en concreto no tiene problemas en entrar en el castillo, sus predecesores no lo habían conseguido porque el castillo estaba rodeado de zarzas y rosales y la maldición no lo permitía, pero este tuvo la suerte de llegar en el momento preciso, que era cuando finalizaban esos cien años de letargo. De modo que el príncipe la besa y cuando ella se despierta ambos se enamoran, se casan y viven felices para siempre.
Y aquí acaba el cuento de los hermanos Grimm, pero Perrault continúa el relato después de la boda. El matrimonio tiene dos hijos: una niña llamada Aurora y un niño llamado Día. El príncipe le oculta a su madre su matrimonio y a sus hijos, pues esta es de la raza de los ogros y desde su juventud come niños. Pero cuando muere el rey, al príncipe no le queda más remedio que desvelarle el secreto a su madre ya que debe gobernar y no puede ocultarse. La madre, al enterarse, entra en cólera y la vida de los niños corre un continuo peligro. En cierta ocasión, aprovechando que su hijo está batallando con su eterno enemigo Zozogrino, quiere convencer al cocinero para que cocine a los niños y a la princesa, pero este consigue engañarla cambiándolos por animales. Algún tiempo después, logra enterarse de que siguen vivos y se enfurece tanto que manda preparar un caldero lleno de serpientes, culebras y víboras. En el momento en que se dispone a echarlos dentro, aparece su hijo y del sobresalto, es ella la que accidentalmente cae en el caldero y es devorada por las horribles bestias.
Y aquí acaba el cuento de Perrault que, con toda seguridad, es el que más se acerca al que se contaba en la tradición oral.
Perrault es el primer autor conocido en el marco centroeuropeo que empezó a poner por escrito estas historias a finales del siglo XVII. Su intención era recoger los cuentos que circulaban en Francia y Alemania y adaptarlos a un público infantil sin tener que modificar demasiado su contenido y manteniendo el toque macabro.
Más tarde, en el siglo XIX, los hermanos Grimm reescribieron esos mismos cuentos pero de un modo tan políticamente correcto e infantil que eliminaron gran parte de ese trasfondo cruel y muchas de las enseñanzas que aportaban.
En casi todos los cuentos podemos ver algunos elementos que varían de unos autores a otros. Los símbolos, los personajes, los finales y la forma en que tienen lugar los acontecimientos se representan de distinta forma. La versión que casi todos conocemos es la de Disney, que con sus películas ha dado a conocer la versión más pulida y benevolente de todas.
A lo largo de varias entregas, veremos algunos ejemplos de cómo han ido evolucionando las distintas versiones y conoceremos el auténtico final de algunos de los cuentos más famosos, espero no desilusionar a nadie.
La Bella Durmiente es, en mi opinión, uno de los cuentos más desconocidos, incluso dentro de la colección de películas Disney.
Al principio del cuento, Perrault menciona 7 hadas que asisten al nacimiento de la niña para otorgarle una serie de cualidades, pero los Grimm hablan de 13 para dar a este número una connotación supersticiosa. Tanto el 7 como el 13 son números históricamente simbólicos, así como el 15, edad en que la niña caerá en un profundo sueño.
La versión de los hermanos Grimm es más simple ya que va dirigido a un público infantil. En cambio, Perrault añade más detalles y comentarios haciendo su versión de los hechos narrados mucho más completa y, posiblemente, más fiel a la versión original. Este habla de siete hadas buenas que acuden al convite de la princesa, pero olvidan invitar a la octava (que era un hada malvada) y se toma muy mal este desaire, de modo que lanza un terrible maleficio: a los 15 años se pinchará con un huso de una rueca y caerá muerta. Todos los presentes se asustan mucho, hasta que otra hada suaviza la situación deseando que la princesa, en vez de morir, duerma un siglo. Las otras seis hadas le otorgan cualidades como la virtud, la belleza o la riqueza, pero Perrault no añade la inteligencia como sí lo hacen, un siglo más tarde, los hermanos Grimm. Al parecer el autor francés da por hecho que ser princesa, guapa y rica es más que suficiente. Lo cierto es que las circunstancias le dan la razón porque cuando cumple 15 años, y a pesar de todas las advertencias de sus padres y las precauciones tomadas (habían retirado todos las máquinas de hilar del castillo), la princesa va a un cuarto secreto donde está hilando una mujer, se acerca y se pincha el dedo con el huso cumpliéndose así la fatídica sentencia.
Y aquí empieza la segunda parte del cuento. Tal y como cuenta la versión de Disney y como casi todo el mundo piensa, tras pincharse en el dedo, la princesa queda tendida en su lecho hasta que aparece el príncipe azul, que se ha enterado de la historia de la princesa, entra en sus aposentos y le da un beso que la despierta... Pero la historia en realidad no es así.
Como nos cuenta Perrault, la princesa no se despierta por el beso sino porque han pasando los cien años y se ha roto la maldición. Por eso este príncipe en concreto no tiene problemas en entrar en el castillo, sus predecesores no lo habían conseguido porque el castillo estaba rodeado de zarzas y rosales y la maldición no lo permitía, pero este tuvo la suerte de llegar en el momento preciso, que era cuando finalizaban esos cien años de letargo. De modo que el príncipe la besa y cuando ella se despierta ambos se enamoran, se casan y viven felices para siempre.
Y aquí acaba el cuento de los hermanos Grimm, pero Perrault continúa el relato después de la boda. El matrimonio tiene dos hijos: una niña llamada Aurora y un niño llamado Día. El príncipe le oculta a su madre su matrimonio y a sus hijos, pues esta es de la raza de los ogros y desde su juventud come niños. Pero cuando muere el rey, al príncipe no le queda más remedio que desvelarle el secreto a su madre ya que debe gobernar y no puede ocultarse. La madre, al enterarse, entra en cólera y la vida de los niños corre un continuo peligro. En cierta ocasión, aprovechando que su hijo está batallando con su eterno enemigo Zozogrino, quiere convencer al cocinero para que cocine a los niños y a la princesa, pero este consigue engañarla cambiándolos por animales. Algún tiempo después, logra enterarse de que siguen vivos y se enfurece tanto que manda preparar un caldero lleno de serpientes, culebras y víboras. En el momento en que se dispone a echarlos dentro, aparece su hijo y del sobresalto, es ella la que accidentalmente cae en el caldero y es devorada por las horribles bestias.
Y aquí acaba el cuento de Perrault que, con toda seguridad, es el que más se acerca al que se contaba en la tradición oral.
2 personas:
Es muy interesante ver cómo han ido evolucionando los diferentes cuentos populares. Me ha hecho gracia que el cuento continuara después del "se casaron y fueron felices para siempre"
Me gustan los cuentos "tradicionales" y esta versión la desconocía.
Y me encanta contar y leer cuentos, dándole la importancia que tiene: fomentar la fantasía y la imaginación lejos de inculcar miedos o culpas.
Creo que este tema de los cuentos últimamente se ha sacado de punto... no todos traumatizan a los niños (puede que sí a los adultos que se vean reflejados en ellos) ni han de tener su moralina.
Gracias por ofrecer esta versión completa.
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