6 jun 2010

El rostro de la Vega

Con motivo de un proyecto que debía realizar sobre el campo como tema general, he tenido la oportunidad de conocer a personas cuya vida gira en torno a la Vega de Granada. Ha sido gracias a esta incursión cuando he podido apreciar realmente la riqueza de esta zona, que va mucho más allá de unos cuantos campos a las afueras de la ciudad. Se compone de varios ecosistemas agrícolas perfectamente definidos, cultivados por gentes muy dispares entre sí.

El fruto que yo he obtenido de esta tierra han sido los retratos que muestro a continuación, mediante los cuáles os presentaré brevemente a algunos de los que aprovechan o han aprovechado este fértil rincón ubicado bajo la constante vigilia de Sierra Nevada.


Manuel, de 81 años, tiene la suerte de conservar varios campos en La Zubia. Los mantiene sobre todo con amigos y vecinos que ayudan a que los costes de producción no sean excesivamente elevados, de lo contrario dice que no le sacaría rentabilidad a la tierra. Recuerda cuando antaño, constantemente salían camiones cargados de productos en dirección a Sevilla, Barcelona...Presume de estar en la zona más fértil de toda la vega, y se resiste, como todos los agricultores de la zona, a la construcción del proyectado Parque de la Vega.



Me encontré a Antonio en un banco frente al río de Monachil, en el centro del pueblo. Me contó que él tuvo su tierra de cultivo hace tiempo, pero que como otros tantos acabó abandonándola porque no le salía a cuenta trabajarla. Me encontré con que eso era lo que pasaba allí a diferencia de en otros lugares. En Monachil, por el tipo de terreno, el campo es difícilmente edificable por lo que las parcelas no se venden tan bien como en otros pueblos, y se acaban abandonando.



Luís, desde el punto de vista del pastor que combina tierra de labranza con ganadería, estuvo hablándome sobre lo mal realizada que está la canalización del Genil en la zona sur de la ciudad. Tanto a él como a otros ganaderos les impide el libre paso de sus rebaños de un lado a otro del río, piensa que no hubiera costado trabajo hacerlo mejor. A tres años para su jubilación, lamenta que su trabajo esté tan poco valorado y de la intervención que hacen los intermediarios en el precio final del producto. Me contaba que el único motivo por el que la Vega de Granada capital no ha desaparecido más allá de la autovía es porque está protegida por ley, aunque eso no evita que se esté convirtiendo en un lugar sin futuro para los que de ella viven.



Manuel López lleva toda la vida de jornalero. Le encontré trabajando en los olivares de la zona de secano de Santa Fe, frontera natural de la Vega. Se notaba en su expresión el trabajo tan duro como poco agradecido que lleva a cabo. Recordó que aquella zona estuvo anteriormente dedicada al cultivo del tabaco. Mientras que en otros lugares este cultivo desapareció por el freno de las ayudas, Manuel me contaba que allí fue la contaminación de los acuíferos lo que provocó que hubiera que cambiar a un cultivo mucho más duro como es el olivar.



La primera entrevista que tuve, y la más satisfactoria, fue con Antonio López. Le encontré en Fuente Vaqueros, en su pequeño secadero. Mientras hablaba con él notaba que agradecía tener con quien conversar. Tras contarme las características más importantes de la Vega de Fuente Vaqueros, pasó a mostrarme orgulloso lo que su parcela daba de sí, y resulta impresionante lo que este jubilado obtiene de la tierra. En unos pocos metros cuadrados tenía sandías, uvas, tomates, espárragos, ajos, cebollas...y todo destinado a su afortunada familia, ya que Antonio no busca sacarle más beneficio a su campo que el de entretenerse allí durante buena parte del día. Me despedí de él con una gran sonrisa, es majísimo.


Paco es frutero. Cada mañana lleva su mercancía a una carretera de Albolote en una furgoneta que hace las veces de tienda. La situación económica le obligó a dejar la hostelería y ganarse la vida con los productos de la Vega, como último eslabón antes de que estos lleguen al consumidor. Su voluntad de ofrecer un precio ajustado choca frecuentemente con la rigidez de las cooperativas, que multiplican por dos o tres veces el precio que pagan al agricultor por el género. Me cuenta que las autoridades locales son comprensivos con su situación alegal, pero que desde Fomento le han dado ya más de un aviso para que abandone la única salida que ha encontrado para mantener a su familia. Mientras tantos sus clientes, muchos de ellos fieles, siguen llegando al puesto en busca de su consejo y sus productos.



Sirva este pequeño reportaje como homenaje a estos hombres y los que como ellos se empeñan en vivir de un medio que tiende a morir. Sobre todo darles las gracias por su disposición a charlar conmigo y a mirarme con la mirada que necesitaba de ellos sin pedirles ninguna pose. Tal y como los véis en estas fotografías, así son.

4 personas:

Verónica Ortega on 9 de junio de 2010, 8:15 dijo...

Me ha gustado mucho leer un retazo de las vidas de estos hombres. Y las fotografías tienen mucha fuerza. Gracias!

miguel alngel sevilla perez on 11 de junio de 2010, 12:29 dijo...

Hola : me ha encantado leerlo, ver el resultado final. las fotos increibles

un saludo!!!

Amama Doula on 11 de junio de 2010, 22:35 dijo...

Encantador reportaje lleno de humanidad...
Enhorabuena por saber transmitirla. Y por las fotografías.

Andrea on 13 de junio de 2010, 12:04 dijo...

Preciosas :)

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