Cerramos los ojos y nos imaginamos en una pradera llena de flores, tumbado. Encima de nosotros empiezan a llegar mariposas de todos los colores, revolotean sobre nosotros. Con sus alas mueven muy sutilmente el aire. Un de estas mariposas, fijaros en sus colores, se va a posar en vuestro hombro derecho. Las mariposas nos regalan los polvos que les permiten volar y ahora, tu y tu mariposa podréis volar. En el aire, os podéis sentar en posición de loto, y junto a vuestra mariposa voláis en busca de la flor más bella. Cuando desde lo alto descubráis esa flor, os dejáis llevar hacia ella y os sentáis. Respirar su aroma, sentir su suavidad y quedaros ahí todo el tiempo que deseéis.
17 may 2010
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1 personas:
Gracias, porque además me encantan las mariposas. Lo voy a intentar...
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