Desde mi punto de vista, una maternidad responsable es aquella en que los padres tienen los hijos que pueden criar, que pueden alimentar, que pueden atender con todas sus necesidades tanto afectivas como materiales cubiertas. Y en el momento oportuno. Es ilógico e irresponsable, a mi modo de sentir, empeñarse en tener hijos “porque me hace ilusión” o “porque me gusta tener a un bebé en casa” cuando la situación económica de la familia es muy precaria, cuando la situación afectivo-emocional de los padres es… un barco a la deriva. Y esto sin duda, los padres lo saben. Otra cosa es que lo quieran aceptar.
Pero lo que suele suceder es que buscamos responsables a quien culpabilizar de lo que ha pasado… siempre es la otra persona la causante de la separación, siempre es por causa de “el otro”. Sinceramente, yo creo que salvo casos, la responsabilidad es al 50%... porque puede haber un detonante que haga que la chispa empiece a apagarse por parte de cualquiera de los dos. Una convivencia en pareja, un matrimonio, al igual que una ruptura también es cosa de los dos componentes.
Y es aquí cuando se puede caer en el grandísimo error de creer que, teniendo otro hijo, la situación se puede arreglar. Un hijo deseado es una bendición para los padres, pero un hijo que no ha sido previsto, que incluso llega en un momento de crisis de pareja aunque llegue a ser un hijo querido más tarde, se quedará con el estigma de haber sido un “error” en un momento de pasión sin sentido. Y puede que acarre también con el dolor y la angustia de su madre -y de su padre- en todo lo que de dramático y frustrante puede tener un proceso de esta envergadura.
Y es muy penoso oír decir que ha sido un hijo “de un fallo”, o “el que no esperábamos”, o cosas parecidas. Eso duele mucho a la persona que lo oye y lo asume durante toda su vida. Tiene que luchar contra la sensación, contra el sentimiento de no haber sido deseado, de ser algo que sucedió por “accidente”.
Tod@s conocemos casos en los que nace un bebé tras una separación de sus padres, o que al poco de nacer el bebé, los padres deciden separarse. Y es algo que me continúa entristeciendo, porque creo que una criatura cuando viene al mundo necesita a su madre y a su padre, o una unidad familiar de otro tipo, pero siempre un entorno de amor y respeto, porque es necesario un hogar estable para crecer sano y feliz.
No me erijo en juez de nadie, pero parece mentira que en nuestros días en que una anticoncepción efectiva está al alcance de cualquiera, esto siga ocurriendo. La información existe y sin duda está a la mano de todo el mundo: médicos de atención primaria, centros de planificación familiar, matronas, farmacias, etc. Y saber que practicar sexo no es exclusivamente para tener hijos.
Recientemente he leído un libro de Sondra Ray, se llama “Nacimiento y Relaciones” y aunque algunas personas piensen que no es suficientemente científico, yo sí que creo que la manera de llegar a la vida nos condiciona. Cada vez son más los médicos (neonatólogos, obstetras…), los psicólogos, que estudian el tema y que a la hora de comenzar una terapia preguntan por cómo fue el embarazo, cómo fue el nacimiento. Como también pienso que, desde una toma de conciencia, toda herida se puede sanar.
En fin, me gustaría que esta reflexión pudiera integrarse en muchas personas, en muchas madres que al ver cómo sus hijos van creciendo, desean tener de nuevo un bebé en brazos. Un hijo es un precioso regalo de la Vida y como tal hemos de recibirlo y cuidarlo.
Y creo que no debemos de olvidar que “nuestros hijos nacen a través nuestro pero que no nos pertenecen”, tal como dijo Jalil Gibrán.
Con Amor.
Autora invitada
CONCHA
3 personas:
De acuerdo Concha. Me has recordado a los casos en que la madre "quería niño en lugar de niña" (o al revés)... Y creo que, de algún modo, esto también influye al nivel que tú nos cuentas...
Por cierto, la ilustración es genial para expresar lo que nos cuentas.
Gracias por el comentario Lorena, creo que es algo a tener muy en cuenta...
Y la ilustración no la he puesto yo, debemos de darle las felicitaciones a Verónica.
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