19 sept 2010

¿CUENTOS PARA DOMIR? Caperucita

Autora invitada: LAURA M.E

La última entrega la he dejado para el cuento más sorprendente de todos…
La versión de Caperucita que hoy en día conocemos dista mucho de la que se contaba en la Francia del siglo XVII y una vez más, Perrault es el que más se acerca al original. Ya que es un cuento corto, he decido añadirlo íntegro para poder identificar mejor las diferencias.


Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela. Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adónde se dirigía.
- A la casa de mi abuela – le contestó
- ¿Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?
- El camino de las agujas.

El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un plato. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.


- Entra, hijita.
- ¿Cómo estás abuelita? Te traje pan y leche.
- Come tú también hijita. Hay carne y vino en la alacena.

La pequeña niña comió lo que se le ofrecía. Y mientras lo hacía, un gatito le dijo: « ¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuelita!»
Después el lobo le dijo: «Desvístete y métete en la cama conmigo».
- ¿Dónde pongo mi delantal?
- Tíralo al fuego, nunca más lo necesitarás.

Cada vez que se quitaba una prenda —el corpiño, las faldas, las enaguas y las medias—, la niña hacía la misma pregunta y cada vez el lobo le contestaba: «Tírala al fuego, nunca más la necesitarás». Cuando la niña se metió en la cama preguntó: «Abuela ¿por qué estás tan peluda?»
- Para calentarme mejor hijita.
- Abuela ¿por qué tienes esos hombros tan grandes?
- Para poder cargar mejor la leña, hijita.
- Abuela ¿por qué tienes esas uñas tan grandes?
- Para rascarme mejor, hijita
- Abuela ¿por qué tienes esos dientes tan grandes?
- Para comerte mejor hijita

Y el lobo se la comió.

Los hermanos Grimm también recogen esta historia y se dan cuenta de que, si el cuento está destinado a los niños, no puede terminar así, con una Caperucita Roja en la barriga del lobo. Lo novedoso de la versión de los Grimm es que aparece un nuevo personaje: el cazador, que socorre a Caperucita y a su abuela rescatándolas con vida del vientre del lobo. Cuando ambas están fuera, el cazador castiga al lobo llenando de piedras su vientre y este, cuando despierta, muere por el peso de las piedras. De esta manera consiguen que en el relato se haga justicia y, por primera vez, el cuento de Caperucita Roja tiene un final feliz.
Los hermanos Grimm también tienen otra versión en la que caperucita visita a su abuela y el lobo, atraído por el olor de la olla que sale por la chimenea, intenta engañar a la abuela diciendo que es caperucita que la trae pasteles. Abuela y nieta cierran la puerta para obligar al lobo a entrar por la chimenea y este se cae de cabeza en el caldero.


¿Cuentos para dormir?

A modo de conclusión, podemos volver a la pregunta que había hecho en un principio, y es que estos no son cuentos con los que un niño se va tranquilo a la cama (ni un adulto tampoco, dicho sea de paso). Creo que es precisamente por eso por lo que se han ido quitando y añadiendo elementos, con el paso del tiempo se ha visto innecesario el tener que asustar a los niños para que aprendan y se han desarrollado otros medios para este fin. La pena es que los cuentos se han desvirtuado ya tanto que nadie conoce su versión original y todo el mundo piensa que en ellos todo es amor y justicia, y ya hemos visto que eso no siempre es así. Quizá sea porque nos guste pensar que, ya que la vida real no es camino de rosas, los cuentos sí lo son. Que cada uno se quede con la versión que más le guste.

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