31 jul 2010

¿CUENTOS PARA DOMIR? EL FLAUTISTA DE HAMELIN

Autora invitada: LAURA M.E

El tercer cuento sobre el que quiero hacer mención es El Flautista de Hamelin. No se tiene constancia de que haya más de una versión de esta historia pero sí existen dos posibles trasfondos históricos que pudieron dar lugar al relato.

La historia cuenta que en un pueblo alemán llamado Hamelin sufren desde hace tiempo una plaga de ratas. Un extranjero que pasaba por el lugar, se ofrece a resolver el problema si a cambio le pagan mil florines. Llegados a este acuerdo, el extranjero, que tiene una gran habilidad con la flauta, empieza a tocarla y con su música atrae a todas las ratas, llevándolas al río Weser en el que caen y se ahogan. Pero cuando llega el momento de cobrar, los responsables se niegan a darle el dinero. El flautista, para vengarse de este engaño, vuelve a tocar su flauta y se lleva del pueblo a todos los niños, los sumerge el bosque y desde allí los conduce hasta una cueva a través de la cual entran en un paraíso subterráneo.

El flautista no mata a los niños, sino todo lo contrario, les proporciona una vida mejor, pero al mismo tiempo deja a los habitantes sin heredero alguno, condenados para siempre a no tener generaciones futuras y “matando” de este modo al pueblo.

Y es precisamente al final del cuento, donde podemos encontrar un trasfondo histórico real.

Parece ser que parte de su inspiración fueron dos cruzadas infantiles de inicios del siglo XIII y, medio siglo más tarde, la llegada de una plaga de ratas que debió asolar esa localidad. En las cruzadas intervinieron jóvenes de ambos sexos de unos doce años con la idea de liberar Jerusalén. El “flautista de Hamelin” era un joven pastor llamado Esteban de Vendôme, que con su palabrería y facilidad para convencer, se presentó en el mes de mayo de 1212 en algunas aldeas y ciudades de Francia, invitando a los niños a seguirle en una temeraria cruzada cristiana. Afirmaba que había tenido una visión celestial en la que se le ordenaba ir a Tierra Santa para liberarla de los musulmanes, pero los cruzados no podían ser adultos sino por chicos como él mismo.

Millares de niños decidieron seguirle y abandonaron sus hogares sin mapas ni guías para seguir a Esteban hasta Marsella, en el sur de Francia. Los padres hicieron todo lo posible para encerrar a sus hijos, pero se escapaban al menor descuido. En Marsella esperaron pacientemente a que las aguas del Mediterráneo se abriesen igual que ocurrió en el milagro de Moisés para caminar hasta Palestina.

Estando allí esperando a que sucediera el milagro, dos malvados propietarios de barcos, Guillermo alias el Cerdo y Hugo el del Puñal, les ofrecieron transporte y los llevaron hacia las costas de África del Norte donde fueron vendidos como esclavos a los sarracenos a lo largo del litoral de Cerdeña, en su gran mayoría destinados a Egipto.

El otro posible trasfondo histórico ocurre años más tarde, en otra cruzada de niños en la que Nicolás, otro jovencito esta vez de Colonia (Alemania), afirmó haber tenido una visión semejante a la de Esteban. Los 20.000 niños que le siguieron no tuvieron mejor suerte que los cruzados franceses. Miles de ellos murieron de hambre o en un accidente al querer pasar los Alpes en Italia. Finalmente, el obispo de Brindisi, viendo la barbaridad que estaban haciendo, tomó cartas en el asunto y ordenó que los niños regresasen a sus casas. Todos obedecieron y retrocedieron, aunque muy pocos llegaron a Alemania para contar el relato que luego pudo dar origen a la leyenda de Hamelin.


1 personas:

jhoinner on 30 de marzo de 2013, 21:54 dijo...

Que Cosa mala

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