Coleccionismo vivo
Creo que hay momentos en la vida en lo que tener una afición a la que dirigir nuestra atención, nos puede resultar de ayuda y distraernos de la negatividad de un mal momento. Y el coleccionismo puede ser una opción, sobretodo sin los objetos a coleccionar, siempre con mesura, están vivos.
Una de las muchas cosas buenas que le debo a mi abuela, es el amor por las plantas. Ella me enseñó a cuidarlas, con ella compartí muchos momentos limpiándolas en el jardín, “llevant les fulletes” (quitando hojitas) para revitalizarlas y que estuvieran bonitas.
En mi hogar quería tener un balcón lleno de plantas, muchas flores… pero la orientación al SE no me lo permitía, las plantas se quemaban de tanto sol. Un día mi marido llegó con dos plantitas con “pinchos”. Había comprado dos cactus y con el tiempo, iban creciendo estupendamente. Al poco me regaló cuatro más, cada uno de una forma. Y así empecé a interesarme por un mundo apasionante dentro del reino vegetal: las plantas suculentas. Me resultaba imposible resistir la tentación de no comprar alguna al pasar por un mercadillo y ver un tenderete con tantos cactus de formas distintas, o pasar por una floristería sin salir con dos o tres más. Poco a poco, tuve una mini colección: el redondo de espinas amarillas, el alargado de espinas blancas, el que hace una coronita de flores… y así los iba distinguiendo.
Paseando en una ocasión con mi marido por el Jardín Botánico de Valencia, nos llamó la atención “Exposición de Cactus y Suculentas” ¡Madre mía, que locura! Jamás imagine que podían existir tantas y tan variadas especies. Estaba emocionada, me faltaban palabras para manifestar la alegría de estar entre tantas plantas y con personas que compartían la misma afición que yo. Quien había promovido la exposición era la Asociación de Amigos de los Cactus Y demás plantas Suculentas –ACYS- y gracias al empuje de mi marido, allí mismo me hice socia.
partir de entonces se abrió ante mí un mundo inagotable de conocimientos. Aprendí que el cactus redondito de espinas amarillas se llama Echinocactus grusonii, que el que hace una corona de flores blancas es una Mammillaria candida… Y así memoricé sus nombres, sus lugares de origen, sus cuidados, de qué color eran sus flores… todo lo que de una planta me interesaba saber.
En pocos años formé parte de la Junta Directiva y además, como quien no quiere, me “endosaron” la elaboración de una revista mensual sin tener apenas conocimiento de informática ¡vaya tela! Pero no os podéis imaginar cuánto disfrute con aquella labor, cuántas horas de sueño y de peleas con el dichoso ordenador… pero valía la pena por la revista y por la Asociación.
Han pasado 18 años y la Asociación, que fue la primera de España, sigue adelante pero sin mí participación como miembro activo. Ahora soy una asociada más. Mi época de ímpetu pasó, además de que en estos momentos tengo otras cosas que hacer. Pero gracias a esos años de “activista” en ACYS, he conocido a grandes personas con las que hoy mantengo muy buena relación. Y además puedo gozar con mis plantas, una preciosa colección de cactus y plantas crasas que, ahora en primavera cuando florecen, son una maravilla, un verdadero regalo para la vista y para el espíritu.
Os dejo la fotografía de algunas de ellas para que podáis ver que no exagero nada. Espero que disfrutéis con sus imágenes como yo lo hago con su presencia.
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