Tengo la suerte de estrenarme en este blog hablando de una experiencia que llevaba deseando desde hace un año, cuando asistí al IX festival de aeroestación de Granada. En aquella ocasión presencié espectáculo que siempre me había resultado distante, nunca vi antes un globo de cerca, y ahí tenía una decena, levantándose majestuosamente ante mis ojos. Volví a casa muy contento y cargado de fotografías.
El festival de este año prometía ser igual de interesante, pero gracias a alguien muy importante a quien no tenía el año pasado pude llevar la experiencia más allá, y justo la noche anterior al primer vuelo me dijeron que yo iría en uno de los globos que saldrían de San Miguel Alto. Finalmente llegó la mañana de la salida. Nada más llegar lanzan un globito pequeño para comprobar la dirección del viento...
Comienza la tarea de revivir a esas inmensas criaturas, me encanta ver los globos esparcidos por el terreno, creciendo lentamente conforme los alimentan de aire caliente. Nos apretamos 5 personas en una cesta gigante para la ropa y a esperar a que aquel ser regordete decidiera levantarse del suelo. Justo antes me dieron un sombrerito tipo pescador, que me sienta como un tiro (¿y qué no?) para proteger mi azotea del calor del quemador...creedme que es un detalle muy importante.
Aquello empieza a moverse y...poco más, personalmente no sentí gran cosa, es una ascensión tan suave que te limitas a observar cómo el suelo se va alejando poquito a poquito, con total suavidad. Tienes el quemador a medio metro de la oreja, pero es un sonido al que te has acostumbrado en los momentos previos por lo que no influye en la experiencia. Nuestro piloto nos comunica que vamos en dirección a una antena, que se esforzará por evitarla, y así fue. Seguimos avanzando, y lo primero que llama la atención es que casi inmediatamente después de subir comenzamos a bajar. Esto es una constante ya que el control de estos aparatos es básicamente arriba y abajo para coger la corriente de aire deseada. En nuestro avance pasamos por encima de una guardería y sus pequeños alumnos salen corriendo a saludarnos. Alcanzamos el centro de la ciudad, estamos parados encima de Granada, y ahí nos quedamos por algo más de una hora.
Llamo para cancelar una cita, "no puedo ir, es que estoy en un globo, si sales podrás verme aquí arriba". Los demás globos empiezan a descender, nuestro piloto se impacienta mientras los demás seguimos absorviendo mientras podamos las vistas que tenemos a nuestra disposición. Como me dijo alguien a quien se lo dijo alguien, estar en globo es como asomarse por un balcón muy alto, te sientes tranquilo y seguro allí arriba, sin nada más que hacer que mirar por el lado de la cesta que te ha tocado mientras envidias ligeramente al que está en esa otra parte con mejores vistas...más que mejores, diferentes, al cabo de un rato parado en el mismo punto te apetece cambiar el fondo.
Por fin el piloto decide echarse abajo a ver dónde caemos, y el viento nos lleva al lugar desde el que despegamos pero el viento es caprichoso y provoca que nos pasemos de largo, hundiéndonos en el Sacromonte, pasando a unos 30 metros de las casas cueva. Impresiona ver a la gente tan de cerca, sabiendo que ellos también nos ven y oyen a nosotros, en nuestra lenta deriva. Observamos a un grupo de mujeres que dejan su clase de yoga por un momento para observarnos a escasos 20 metros mientras superamos al límite unos cables de alta tensión. Nuestro piloto está de los nervios mientras que en el resto del pasaje se van apreciando caritas encogidas. Yo no me veo pero estoy tan entretenido con la cámara y la experiencia que más que peligro, siento curiosidad por lo que está pasando.
Nos acercamos cada vez más al suelo, estamos rodeados de colinas. El piloto pregunta a una pareja, que estaban más alto que nosotros, si había alguna llanura tras ellos, pero no responden, supongo que por lo irreal de la situación. Oímos de lejos a un hombre diciéndonos que vamos a romper las copas de los árboles mientras las ramas se van metiendo en la cesta, deteniéndola en el aire e inclinándonos hacia delante. El piloto divisa un camino en la ladera contra la que vamos a aterrizar, y hábilmente se posa a escasos metros de él. Bajan dos tripulantes y con su fuerza y la que aún le queda a la vela del globo conseguimos sacar la cesta de la pendiente de 45º en la que estaba. Finalmente consiguieron domar al globo, que aún quería marcha, y esperamos al rescate escuchando el relato del piloto en plena explosión de adrenalina.
No está nada mal para mi primer vuelo, fue un gran bautizo, digno de contar. Os dejo ahora con el vídeo que grabé del festival que se desarrolló durante ese fin de semana.
5 personas:
Gracias Jose por acercarnos a la experiencia de subir en globo, la verdad es que nunca me lo habia planteado pero después de leerte me han entrado ganas. El vídeo es muy bonito, muy profesional. Gracias por compartirlo!
Espectacular!
Muchísimas gracias por compartir la experiencia!
Impresionante! Y decir que un diez para el montaje del vídeo
Muchísimas gracias por habernos contado la experiencia.
Wow... Genial la explicación.Lo he vivído!!!
Yo tuve la suerte de subir en globo también y vaya, como tu dices, no asusta para nada. Como mucho el aterrizaje... que tienes que pillar un buen sitio!!
Gracias por compartir tu experiencia!
Joé, Conrad, qué emocionante... me encanta como lo has narrado, tengo el corazón acelerado.
Un besico!!
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